miércoles, 17 de febrero de 2016

Quítate el disfraz, déjate ver

Hace ya casi una semana de esa clase de "disfraces", pero... ¿en verdad eran disfraces lo que llevábamos o eran corazas que dejamos atrás para abrirnos al resto de compañeros?

Basándome en mi propia experiencia he de decir que realmente fue una clase muy emotiva y cargada de energías, sentimientos, sueños... que tuvimos que mostrar el resto de compañeros. Era como si algo dentro de nosotros mismos nos hiciera hablar y mostrarnos al resto con nuestros pros y contras, con nuestros miedos e ilusiones... 
Tampoco puedo olvidar esas lágrimas que a todos nos fueron saliendo al sentirnos identificados con las historias de otros compañeros, al empatizar con su dolor o con sus logros conseguidos. 

Ahora quisiera que esta entrada al blog me sirviera como antídoto, como superación y como recuerdo de todas aquellas experiencias que me hicieron más fuerte. Soy de las que piensa que siempre hay que quedarse con lo bueno, sacar el lado bueno de las cosas aunque suene muy tópico.

Recuerdo la performance de mi compañero Manuel del Haro Luengo y cómo desde el minuto uno, demasiados recuerdos vinieron a mi cabeza. Empezando por las vivencias con el padre y terminando por los problemas en las relaciones sentimentales. No quisiera entrar detalladamente en todas aquellas vivencias, pero sólo puedo decir que el maltrato psíquico juega malas pasadas y que puede llegar a doler tanto como el físico. Hay que saber quererse a una misma y aun más, saber valorarse para saber hasta que punto algo merece la pena y, si ves que no, poner punto y final por mucho que duela. 

Recuerdo ese jueves como un punto de "conexión" con Manu, compañero con el que hasta entonces o había establecido apenas conversación. Recuerdo su mensaje que me mando por la noche en el que me decía "lo sé, pero recordar a veces es bueno. Te ayuda a superar ciertas cosas y fortalecerse. pero estoy seguro, créeme que fuerte ya eres... pongo la mano en el fuego". 
Mensajes así te hacen ver que tras toda tormenta siempre llega la calma, que las situaciones de ayer te sitúan en un presente; en un aquí y ahora del que solo tú eres el protagonista. Mensajes así te fortalecen, te hacen ver que, aunque hayan sidos dos meses malos, hay gente dispuesta a hacerte mil meses buenos; que la felicidad está sobrevalorada y que hay que disfrutar del hoy porque mañana puede ser tarde. 

Sin duda, la temática de los disfraces más bien nos ha servido como modo de conexión y empatizar con compañeros que, aunque lleváramos desde septiembre juntos, apenas habíamos "entrado" en sus vidas. Ha sido una clase, como ya he dicho, muy emotiva que todos recordaremos de aquí a mucho tiempo. Ha establecido lazos de unión y ha hecho que todos nos mostremos más humanos.

Desde aquí, quiero dar las gracias públicamente a todos mis compañeros y en concreto a Pilar por proponernos dinámicas de este nivel, por romper nuestros esquemas con su manera de enfocar la clase, pero por hacer que todos salgamos de ella creyendo en nuestras capacidades. Más clases así harían que este mundo funcionase un poquito mejor. 

1 comentario:

  1. Gracias Sandra por tu entrada, por lo que cuentas, por ser valiente y sincera, porque en nuestra vulnerabilidad está nuestra fortaleza, pero hay que saberlo ver, hay que creérselo cada cual. Tenemos que ser buen padre y madre de nuestro niño/niña interno, aprender a amar lo que somos de especial y único (cada uno especial y único) y saber que las personas ganamos la confianza de las otras cada día y a cada gesto, uno tras de otro, otro otro... por eso dicen algunos, conviene recordar la regla del tres: damos confianza, pero si alguien la quiebra tres veces, va fuera de nuestra vida

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