sábado, 7 de mayo de 2016

Erase una vez.

Erase una vez una niña que aprendió a escuchar a su cuerpo.

Soy una persona que se agobia mucho, que vive con mucho estrés porque tiende a hacer una montaña de un grano de arena. Y eso causa que me ponga mala mil y una vez.
Desde hace años tengo problemas de estómago, pero los médicos no han sabido dar con la solución. La homeopatía consiguió calmar mi problema, que no era causa física, sino más bien tenía que ver con las emociones. Cosa a la que los médicos no prestan importancia porque se centran en lo físico. La homeópata fue la primera persona que me enseñó a escuchar a mi cuerpo, a prestar atención a mis sentimientos e interpretar lo que me pasa. El día que la conocí salí emocionada de la consulta, me parecía tan sabia al decir las cosas que decía, la admiré desde ese día. Pensé que nunca iba a encontrar a una persona como ella, que me entendiera  y me diera consejos tan útiles que consiguieran calmar mi cuerpo y mi mente. Hasta que llegué a la universidad y conocí a Pilar. 

En Educación Artística, Plástica y Visual estoy aprendiendo cosas que jamás hubiera imaginado. He aprendido a sacar mi lado creativo pintando, plasmando mis sentimientos sobre el papel, ya que siempre he tendido a copiar figuras en lugar de dejarme llevar. He conocido la polaridad del bien y el mal, que siempre está presente en todas partes, sobre todo en uno mismo. Gracias a trabajar con el cuento de Blanca Nieves conocí mi lado oscuro, más bien me enfrenté a él y descubrí sus debilidades, y sentí lo fuerte que era, aunque no indestructible, ya que mi lado bueno siempre suele predominar. He aprendido a valorar los sueños, a interpretarlos plasmándolos en mi cuaderno cada mañana. He aprendido que lo que no quieres decir con palabras acaba saliendo de otras formas, como en sueños, al pintar y ver como predomina el caos y el color negro, o mediante las enfermedades, como una conjuntivitis o una serie de acontecimientos negativos, siempre en el lado derecho.


Desde luego esta asignatura me ha marcado a nivel personal, me marca cada día, y sobre todo cada jueves. Me enseña a conocerme mejor, de mil maneras posibles. Y esto es un aspecto muy importante, ya que es fundamental conocerte a ti mismo, y será entonces cuando puedas enseñar correctamente a tus alumnos, después de haber reflexionado sobre ti, sobre los valores que defiendes y sobre lo que quieres para las futuras criaturas con las que convivirás diariamente en un aula, espacio que puede hacer a los niños felices o ser su peor pesadilla.


Dale más importancia a tus sentimientos, y no intentes cubrirlos con otras cosas pensando que así desaparecerán. En mi opinión creo que no está mal dedicarle al menos un rato al día a aquello que te mueve y te hace ser quien eres. Que aunque no sean visibles ni se puedan tocar, son la base de tu vida.

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