jueves, 5 de mayo de 2016

Llorar no te hace más débil, depura el alma.

El jueves pasado salió el tema de llorar. A mi compañera Belén, al contar un suceso personal se le saltaron las lágrimas, pidió perdón y Pilar dijo “llora mujer, no pasa nada”. Muchas contaron experiencias personales, se desahogaron y alguna que otra lloró.
Yo también conté mi experiencia. Hace cosa de un mes que no consigo llorar, desde que 
ocurrió un suceso en mi familia que me impactó. No voy a entrar en detalles, pero sufrí mucho, y entre nosotros se dijeron cosas que dolían, y que nos hacían daño. Lo hablamos y se solucionó el problema, pero algo cambió en mí.
Aunque el suceso fue impactante para mí, no me provocó ni una lágrima. Yo, que siempre he sido un poco llorica, sobre todo con las pelis, pero en general también. No lloré. Sentí como todo me lo tragué, y fue directo a mi estómago, que me dolió bastante durante esa semana. Fue como morder la manzana envenenada y en vez de escupirla, me la tragué.
Yo sentía que necesitaba echar esos sentimientos fuera de algún modo, pero mis ojos no estaban por la labor, no me ayudaban. Decidí olvidar el tema, apartarlo a un lado, intentando autoconvencerme de que si no pienso en eso lo olvidaré y a otra cosa mariposa. Pero las cosas no son así, no puedes olvidar hasta que no te enfrentas al problema, cara a cara, y le dices “eh tú, es hora de que arreglemos esto.” Así se solucionan las cosas.
La foto de la derecha, me la hice hace un tiempo, pensareis que no tiene sentido hacerse una foto llorando ¿verdad? Para mi si lo tiene, porque no es malo recordar cuando estamos tristes, y ese día lo estaba, y fueron de las lágrimas más sinceras que han salido de mis ojos. Sentí la necesidad de hacerme la foto, y creo que no esta mal ponerla en esta entrada. Porque no deberíamos avergonzarnos de llorar, ya que en realidad es un placer que el cuerpo te permita liberarte de una forma tan simple como expulsar agua salada que emana de tus ojos. Ojalá todo fuera tan sencillo como eso. Y aunque no lo creas, cuando no consigues que salgan esas lágrimas, lo echas de menos, echas de menos esa sensación de sentir que has sacado todo lo que te hacía daño. 
Es muy triste que en nuestra cultura, y en la mayoría por lo que sé, esté mal visto que los hombres lloren, y se les insulta cuando lo hacen, ¿por qué? Se tiende a decir que llorar es cosa de débiles, cuando en realidad es cosa de humanos. 
La clase del jueves pasado me ayudó mucho, y fue importante para mí, porque gracias a la pintura saqué parte de esos sentimientos, y me quedé más a gusto, aunque no abandonaron mi cuerpo del todo. Pero lo más importante es que conseguí ponerle palabras a lo que sentía, el simple hecho de contar en clase que no conseguía llorar me hizo ver que tenía un problema, y que aunque me había intentado convencer que ya no me afectaba, seguía ahí.
El viernes me empezó a doler el ojo derecho, veía borroso. No le di importancia y me fui a dormir. A la mañana siguiente me levanté con conjuntivitis y la mitad del ojo hacia abajo lo tenía rojo.
Fueron empeorando los ojos a lo largo de sábado, hasta que me llevaron a urgencias porque lo tenía completamente rojo. El médico me dijo que era una reacción alérgica al colirio.
Ahora mis ojos están bien, se han curado. Pero yo sigo sin llorar, sigo sin sacar esa energía negativa fuera, y la siento dentro. Quiero sacarla cuanto antes, desahogarme.
Sí, cuando no sacas fuera aquello que te hace mal, saldrá por ti, mediante dolores o enfermedades. Como nos dijo Pilar, la gente que tiene mala leche y dice lo que siente no enferma, porque cualquier enfermedad es una violencia ejercida hacia afuera. 
Pilar me dijo que cuando no lloramos es por miedo a sentir que somos débiles y vulnerables, y por eso nos creamos una coraza. Yo no quiero tener esa coraza, sólo consigo hacerme daño intentando hacerme la fuerte. Estoy incubando deshacerme de ella, y la primera lágrima será la prueba de haberlo conseguido.

Porque llorar, no te hace más débil, sino que depura tu alma.

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